SHIN´ICHIRO SAKURAI, “el Skyline es mi alter ego, soy como el carpintero jefe”
Es reconocido como el “padre” del modelo más icónico de Nissan Motor. Su paso por la industria automotriz fue destacado cuando fue nombrado el primer presidente de Autech y con su incorporación al Salón de la Fama del Automóvil de Japón en 2005.
Cuando se habla de Skyline se menciona uno de los modelos más importantes de Nissan. Comercializado desde 1967 bajo el alero de la marca nipona, pasó de ser un vehículo familiar a un destacado auto deportivo que hoy conocemos como GT-R; importante evolución, tras la cual se encuentra la acuciosa y perfeccionista genialidad de Shin’ichiro Sakurai.
Fue conocido como ‘Mr. Skyline’, nació el 3 de abril de 1929 en la ciudad de Totsuka, cerca de Tokio. Durante su infancia alimentó en secreto el sueño de trabajar en la industria automotriz, en un momento en que se esperaba que todos los niños de su edad dijeran que querían dedicarse a servir a su país cuando fueran mayores.
Según relata el periodista de automóviles japonés, Kyoichi Yamaguchi, Sakurai era un niño enfermizo y para ayudarle a sentirse mejor, sus padres le regalaron varios animales para hacerle compañía. Durante el tiempo que pasó jugando con ellos -perros, gatos y cabras-, desarrolló un gran interés por «las cosas que se mueven», fascinación que con el tiempo extendió hacia los automóviles que, por supuesto, son “cosas que se mueven hechos por personas”.
Su padre era un conocido erudito especializado en clásicos chinos y quería que su hijo lo siguiera en la misma profesión. Pero Sakurai ya había tomado la decisión de entrar en la industria del automóvil y sabía instintivamente que el trabajo requeriría un buen conocimiento de las matemáticas, así que en esencia eso fue lo que estudió. Sin embargo, cuando llegó el momento de empezar a trabaja no encontró las oportunidades que quería, así que ingresó en la Corporación Shimizu, una importante empresa de construcción. Después de sólo un año en la compañía ya había sido promovido al puesto de jefe de sección, pero su deseo de trabajar en el mundo automotriz era tan fuerte que en 1952 pudo dejar Shimizu para ir a trabajar a Prince Motor.
Su paso por Prince Motor –que en 1967 se funcionó con Nissan-, fue muy productivo para Sakurai, ya que le tocó asumir una amplia gama de tareas, debido a que sólo tenía 10 ingenieros en su nómina de profesionales. No sabía nada de autos, así que empezó a estudiar por su cuenta día y noche. El esfuerzo que puso en sus estudios contribuyó a su vasto y detallado conocimiento de una amplia gama de campos relacionados con la fabricación de vehículos, incluyendo tecnologías de producción e ingeniería de materiales.
Sakurai fue un hombre que siempre pensó con lógica, según sus cercanos, pero también se inspiró en la pasión para lograr sus objetivos. Un ejemplo de ello se evidenció en 1962 cuando viajó a Europa para ver el Gran Premio de Bélgica de Fórmula Uno. De regreso a Japón introdujo ideas innovadoras inspiradas en esa experiencia, lo que le valió poco tiempo después que Prince Motor lo pusiera a cargo del diseño de un auto de carreras para la empresa, naciendo el Skyline 200 GT.
El R381 participó en el Gran Premio de Japón de 1968. Su principal característica es estar equipado con el alerón trasero variable que diseñó Sakurai. El alerón trasero, dividido en derecho e izquierdo, funcionaba según el grado de inclinación del cuerpo y estabilizaba una postura.
Otro gran hito en la carrera de Sakurai, que expresa la combinación perfecta de lógica y pasión que utilizó en todas sus metas, fue generar el cambio principal del foco de venta del Skyline. De ser un auto «serio» que se jactaba de un excelente rendimiento de conducción, pasó a ser un vehículo moderno. Esto sucedió cuando se lanzó la campaña publicitaria «Skyline of Love», que se convirtió en un gran éxito al persuadir a los posibles compradores de que este modelo tenía lo necesario para ser un «auto de citas». Era una noción inusual en ese momento, pero en realidad era justo lo que los jóvenes estaban esperando.
Sakurai no fue la persona que creó el anuncio, pero fue el que decidió darle esa dirección. “Para mí, esto demuestra que él sobresalió no sólo en la producción del auto llamado Skyline, sino también en la producción del mundo que lo rodea”, cita su discípulo Naganori Itou, quien fue nombrado por Shin’ichiro Sakurai para ser su sucesor durante las etapas finales del desarrollo de la séptima generación del Skyline, momento en el que su salud se deterioró.
Itou se unió a la compañía en 1959, siendo su primera tarea practicar el trazado de líneas y letras una semana completa. El joven dibujante técnico no estaba contento con esto, ya que era un universitario empoderado y no era necesariamente un perfeccionista en lo que se refiere a los dibujos, pero Sakurai opinaba diferente.
Itou recuerda que Sakurai pensaba que un dibujo debía ser considerado lo suficientemente bueno si no tenía error alguno. Además, era muy exigente y no aprobaba un trabajo fácilmente. “Más tarde me dijo que tenía esa actitud conmigo, porque si a un empleado que había estudiado dibujo técnico le daban la simple tarea de dibujar líneas durante una semana completa y quería dejar el trabajo porque no creía que tuviera sentido, nunca sería un buen diseñador”.
El profundo aprendizaje forzoso de disciplina y perseverancia que tuvo Itou con Sakurai, lo hizo merecedor de su confianza y heredero del más grande de sus proyectos, el Skyline.
Sakurai estuvo involucrado en el proyecto desde la primera generación y aunque supervisó otros modelos en el camino, básicamente desarrolló y vivió con el Skyline a lo
largo de su carrera profesional en Nissan. Definitivamente, tal como él lo decía, el Skyline era su alter ego.
El hecho de que el Skyline sea un modelo tan icónico y que genere tan altas expectativas entre los clientes Nissan hasta el día de hoy, se debe enteramente al trabajo de Shin’ichiro Sakurai. Fue un gran ingeniero que nutrió a generaciones con sus conocimientos, a través de los diversos proyectos que desarrolló para el Skyline. Sin duda, Sakurai contribuyó en gran medida al desarrollo de las tecnologías automotrices en Japón, hasta su deceso a la edad de 81 años el 17 de enero de 2011.