Dani Pedroza se llevó la victoria en el gran premio de Japón, el del circuito propiedad de la fábrica del ala dorada, algo que no lograba una Honda desde tres temporadas atrás. Nadie le esperaba, porque sobre el asfalto seco estaba muy lejos (demasiado) del ritmo que imponía Lorenzo vuelta a vuelta, porque los problemas a la entrada y a la salida de las curvas que presenta su moto este curso se acentúan en este trazado, el de las frenadas más exigentes. Pero así es como le gusta aparecer en las citas mundialistas, por sorpresa.
Pedrosa no hizo una buena primera vuelta, no suele hacerlas, y tampoco ocurrió esta vez: había decidido cambiar de neumático en la grilla, a última hora (quería llevar los mismo que todos, el neumático más blanco, por si le tocaba pelearse con alguien, confesó), y en los primeros giros rodó con ciertas dudas mientras se acostumbraba a esa goma tan nueva. Perdió todo contacto con los de delante tras el adelantamiento de Dovizioso. Pero se mantuvo constante en su ritmo y fue mejorando (poco a poco, con mucha calma) a medida que su depósito se iba vaciando y la pista, mojada, con zonas encharcadas y un carril que se iba definiendo con el paso de los minutos, pues hacía horas que apenas llovía. Hasta que volvió a atrapar al de Ducati. Le adelantó tras once giros. Y justo en la mitad de la prueba (Lorenzo le sacaba 7,5 segundos de ventaja) comenzó su remontada.Pedrosa le adelantó (vuelta 17), Rossi aprovechó para recuperar la estela de su rival –“Dani me ayudó a alcanzar a Jorge, me dio su tranquilidad, una buena línea y buena información”, reconoció–. Tanto sufría Lorenzo con aquel neumático –tanto había tirado en los primeros giros para arañarle al italiano tres segundos en las cuatro primeras vueltas– que a Rossi (cuya goma delantera también cayó en picado, aunque algo más tarde que la de su compañero) no le hizo falta forzar la frenada, le bastó con esperar un error del rival.